Esta historia comienza hace 4.400 años en el Reino de los Cielos. Ahí vivía un hombre llamado Hwanin (환인), el «Señor de los Cielos». Hwanin tuvo un hijo al que llamó Hwanung (환웅), que cuando creció decidió vivir entre todos los valles y montañas de la Tierra. Este era su mayor deseo, y cada vez se hizo más difícil para su padre verle ansiar tanto vivir en el mundo de los mortales.
Con el tiempo, el señor Hwanin le concedió el deseo a su hijo, y escogió una vida para él en el Monte Taebaek (태백산) en la Tierra. Le dijo que gobernase las tierras y que les diese a los humanos mucha felicidad. El rey no mandó a su hijo solo, sino que se aseguró de que tuviese 3 000 ayudantes, además de mandar con él a la lluvia, las nubes y el viento, para favorecer su reinado en la ciudad que Hwanung fundaría. Después de establecerse en la Tierra, Hwanung fundó Sinsi (신시) o la «Ciudad de Dios».
Poco a poco, Hwanung comenzó a enseñarles a los humanos acerca de las leyes, la conducta moral y otras habilidades como la agricultura, las artes o la medicina. En aquel momento, incluso los animales comenzaron a querer ser humanos cuando vieron toda la felicidad que Hwanung estaba compartiendo con los seres humanos. Todo el mundo celebraba su reinado y vivían muy felices bajo su gobierno.
Mientras tanto, había una osa y un tigre que vivían en las cuevas del reino de Hwanung. Rezaban día y noche para poder transformarse en humanos y dejar de ser animales. Hwanung escuchó sus plegarias y sintió pena por el tigre y la osa, quería concederles su deseo, pero decidió darles unas instrucciones que debían de seguir en lugar de transformarlos él directamente. Si las seguían, si eran diligentes y obedientes, entonces podrían superarse a sí mismos y se volverían humanos.
«Comed solo ajo y artemisa durante 100 días, y aseguraos de no estar bajo la luz del sol. Si podéis cumplir estas normas, seréis transformados en personas», dijo Hwanung.
Ambos animales aceptaron con entusiasmo el reto y le dieron las gracias al rey, jurando comer solamente la comida sagrada y permanecer dentro de la cueva durante 100 días. Poco tiempo después, el tigre se rindió y se fue de la cueva, pero la osa estaba determinada a volverse humana.
Después de seguir cuidadosamente las instrucciones de Hwanung, la osa se transformó en una mujer que fue llamada Ungnyeo (웅녀). Estaba muy agradecida por todo lo que Hwanung había hecho por ella, pero todavía había algo que quería. Ungnyeo se sentía sola. Volvió a rezar diariamente bajo un árbol de sándalo para encontrar a alguien que la amase y poder tener un marido. Una vez más, Hwangung fue conmovido por sus oraciones y decidió tomarla como su esposa.
Ungnyeo tuvo un hijo, al que llamó Dangun Wanggeom (단군 왕검). En el quincuagésimo año del reinado del emperador Yao, un legendario sabio chino, Dangun tomó el trono para tomar el relevo del reinado de su padre. Dangun construyó la ciudad amurallada de Pyeongyang (평양), y llamó a su reino Joseon (조선).
Miles de años más tarde, el reino que fue fundado por Dangun y sus antepasados, se expandió, se desarrolló y floreció hasta llegar a ser lo que hoy conocemos como Corea.
Traducción al español de Celia Royo del artículo original de Mannan Impact.