Según la Convención Europea del Paisaje del año 2000, el paisaje es cualquier parte del territorio tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interacciones.
El paisaje
Corea del Sur es uno de los países que mayor crecimiento económico está experimentando en los últimos tiempos. Gran parte de su éxito en este mercado globalizado es la “venta” de su cultura como valor social. El país está consiguiendo extrapolar, poco a poco, al mundo entero su cultura a través del Hallyu (Kpop, pop generado en Corea, y Kdramas, novelas televisivas generadas en Corea) y gracias a internet. Unas bien logradas estrategias de promoción, más un imponente marketing asociado y unos personajes protagónicos esculpidos cual David de Miguel Ángel por fuera y por dentro, son los responsables de su expansión al resto de culturas. Todos somos bienvenidos en la expansión de Corea del Sur. Para todos los países que muestran un mínimo de atención sobre ellos, generan una respuesta positiva y alentadora con una sensación de amistad eterna.
¿Y qué tiene que ver el paisaje coreano con los Kdramas? Los dramas o doramas son novelas, fundamentalmente basadas en historias de gráficas (casi siempre provenientes del vecino nipón) en las que se nos cuentan la vida de unos personajes con la cultura coreana de trasfondo. Son adictivos hasta la perdición y el mejor escaparate para conocer y enamorarte del país.
Si aún no has entrado al mundo del Hallyu, te preguntarás ¿por qué los que sí lo conocemos preferimos el Kdrama (aunque no es incompatible) a las series occidentales? Pues posiblemente porque aún no te has cansado del mundo globalizado, desordenado, caótico y errante en valores que puede llegarnos por la televisión convencional. Por lo general, el aficionado/a a los Kdramas es una persona sensible, romántica, interesada en la cultura asiática y que disfruta riendo con escenas cargadas de inocencia y respeto.
Pero aparte de los valores morales (que comenté someramente en mi primer artículo, Generación K), el patrimonio cultural se encuentra muy presente en estas series. De esta manera tras las historias principales que siempre tienen como piedra angular el amor y la amistad, los Kdramas se convierten en documentales turísticos dónde se nos muestra desde la Corea tradicional hasta la más moderna, incluso su tecnología más puntera.
Podría decirse que, a diferencia de la mayoría de series occidentales, los Kdramas envuelven en su contexto al paisaje coreano. Así es posible interesarse por el idioma, la escritura, los palacios tradicionales, las tradiciones gastronómicas o sociales y los espacios naturales y urbanos del país. ¿Quién no ha oído hablar de la Isla de Jeju, del barrio comercial y moderno de Myeongdong, del río Han que atraviesa Seúl o de la ciudad de Busán y su dialecto, que tanta gracia hace a los habitantes de Gangnam, el barrio más pijo de la capital?
Así, no solo estamos viendo adictivas historias de amor (normalmente inmersas en triángulos amorosos, dónde casi se coge más afecto al bueno que se queda sin la chica, que a quién se lleva finalmente su amor). Estamos viendo Corea, casi sin darnos cuenta, ya que todo el país se convierte en escenario.
Podríamos realizar varios artículos más hablando de ejemplos concretos, y si estáis interesados en ello podemos tratarlo en los siguientes. Por ahora, voy a mencionar algunos ejemplos de forma breve para ilustrar un poco todo lo que os he contado hasta ahora.
En Goong, educando a la princesa, una muchacha de instituto se ve envuelta en un matrimonio concertado con un príncipe y de repente pasa a vivir su vida de adolescente según las tradiciones de palacio coreanas más ancestrales. Podemos aprender sobre costumbres, podemos advertir el sexismo de la época, podemos presenciar una boda tradicional y sus vestimentas, así como distintos rituales y disfrutar con la arquitectura palaciega.
En Playful Kiss, también una historia de adolescentes, se nos muestra el valor de ser ama de casa para la mujer en Corea, así como los lugares donde es habitual desplazarse con la familia para los tan anhelados picnics, o los lugares de ocio más elegantes para tener una cita con tu pareja con vistas al río Han, pero también las largas e intensas horas que pasan los estudiantes en los centros de formación.
En Heartstrings se da a conocer la música tradicional coreana, así como sus instrumentos ancestrales, y se muestra cómo trata de sobrevivir en la actualidad compitiendo con las guitarras eléctricas. Todo unido con una historia de amor entre dos personajes públicos muy queridos dentro y fuera de Corea. La protagonista vive en una casa tradicional y es posible apreciar las diferentes estancias durante todo la serie, y también se puede disfrutar del barrio de calles estrechas y empinadas dónde el sonido de los zapatos de la protagonista al caminar por ellas provoca ganas de pasar por ahí con nuestros propios pies.
Podríamos seguir páginas y páginas analizando doramas y su relación con el paisaje cultural y natural coreano pero este artículo se haría eterno. Os invito a leer próximamente una segunda parte donde haré un análisis más exhaustivo de estos y otros Kdramas, y su relación con el paisaje.