Los K-Dramas y el paisaje coreano II

En cualquier film o serie, la escenografía empleada es importante. Y me atrevería a decir que en los K-Dramas aún más. Corea del Sur se refleja perfectamente en sus K-Dramas y de esta manera se da a conocer al mundo con una estrategia exitosa de turismo subliminal.

Seúl destaca por ser una ciudad moderna, que avanza a pasos agigantados por este virus de la globalización, construyendo grandes edificios en poco tiempo y eliminando poco a poco esos barrios tradicionales de curiosa arquitectura para los occidentales. Pero sigue conservando sus tradiciones y un buen ejemplo de ello son los bellos templos y casas tradicionales que se cuidan y conservan.

Pero volviendo a los K-Dramas, hay dos temas muy recurrentes. Por un lado, la diferencia de clases y, por otro, el nivel de exigencia y la competitividad en el estudio y trabajo. Vamos a centrarnos en dos series concretas para verlo más detalladamente.

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En la famosa Boys Before Flowers se hace patente la división de dos clases preponderantes en la sociedad coreana: los que no tienen nada y los que lo tienen todo y más. Así, la protagonista, que tras una serie de sucesos logra introducirse en la alta sociedad, se verá rechazada en diversas ocasiones por su condición de pobre. En este caso podemos ver cómo la clase empobrecida vive o sobrevive gracias a préstamos y los jóvenes han de conseguir trabajos de medio jornada (a veces más de uno) a compaginar con sus estudios para poder afrontar la vida diaria. Usualmente en estos K-Dramas vemos cómo los padres sufren por no alcanzar los objetivos económicos, por verse saturados de deudas y por no conseguir mantener apropiadamente a sus hijos para que tengan un buen futuro. Normalmente, estos padres, rondando los cuarenta años, se ven arrojados al estrés de perder su empleo o cobrar sueldos pobres. ¿Y cómo podemos relacionar esto con el paisaje coreano? Es sencillo. Normalmente, las casas tradicionales, en barrios tradicionales, son asociadas a la clase más baja (salvo alguna excepción muy concreta como Heartstrings). Esos barrios de arquitectura propia, con identidad propia, pasan a ser un símbolo del arrastre de la sociedad coreana que no se apunta (por no poder) al tren del progreso más globalizado. Mientras que muchos de nosotros deseamos viajar o hemos viajado a Corea del Sur para disfrutar de su paisaje identitario, el modelo económico imperante trata de borrarlo del mapa. Triste, ¿verdad? La realidad traspasa la pantalla y deja el K-Drama como un mero testigo de la actualidad global.

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De la misma manera, cuando vemos un K-Drama donde la división de clases es patente, el mundo VIP se presenta atractivo, llamativo y moderno: los mejores móviles, casas de diseño, ropas de diseñador, restaurantes con comida extranjera… todo nos indica que es mejor apuntarse al carro del cambio y el avance socio-económico. En Cheongdam-dong Alice podemos ver como tema principal esta lucha por cruzar la línea que separa la clase alta de la baja y el anhelo de poder realizarse como persona en una sociedad excluyente según el bolsillo. Así, la protagonista ha estudiado, pero no consigue encontrar trabajo (muchas de estas cosas nos son bastante familiares en nuestro país actualmente) y decide buscarlo de una manera poco ortodoxa.

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Dejando a un lado el dilema de las clases sociales en los K-Dramas, nos centramos ahora en el estudio. Según rankings mundiales de los estudiantes mejor formados del mundo, Corea del Sur suele ocupar el primer lugar en disputa con el témpano finlandés. Y este es un hecho que también podemos ver a través de los K-Dramas. Uno de los que a mi parecer es más representativo para tal caso es Playful Kiss. El protagonista masculino, adinerado y con un coeficiente intelectual por encima de la media, experimenta a través de los episodios cómo es la vida de una estudiante normal, más bien no centrada en estudiar, que ocupa los últimos puestos en las listas de notas de clase. Ella, para conseguir su amor, pasa varias fases en las que paralelamente a la parte romántica trata de ponerse al nivel de estudio de su amor platónico. Se puede observar cómo pasa noches casi en vela, cómo pasan horas y horas en las bibliotecas y cómo han de pasar duros procesos de selección para poder acceder a una universidad. Este K-Drama refleja muy bien el modelo de estudio coreano. Pasan muchas horas en los centros de estudio sin un horario fijo, a los que pueden acudir hasta altas horas de la noche. Además del trabajo que realizan en casa y el continuo estrés por estar en los mejores lugares.

Como conclusión, simplemente apuntar que el K-Drama es un reflejo del paisaje identitario de Corea del Sur, y en el término paisaje no solo incluimos las montañas y la arquitectura, sino la identidad cultural del país que en los últimos tiempos está viviendo la sacudida mundial de la economía.