Las relaciones internacionales con las dos coreas

Las limitaciones del hard power y el soft power.

Corea del Norte siempre ha sido el núcleo de varios altercados políticos, muy altamente polémicos, dentro del panorama internacional. Las potencias mundiales que actualmente controlan el comercio global han intentado contener a este régimen autoritario en la medida de lo posible, pero las amenazas cada vez son menos aceptables en el mundo actual.

Por otro lado, Corea del Sur, después del milagro económico de entre 1953 y 1996, se mantiene como una de las economías más poderosas del mundo (IMF, 2017), pero ha necesitado abrir sus fronteras al mercado internacional para preservar su posición a la cabeza de este ranking.

Tanto para Corea del Sur como para otras potencias internacionales, ya sean asiáticas o de otros continentes, sería ciertamente beneficioso llegar a un acuerdo comercial con Corea del Norte. Sin embargo, debido a la trayectoria histórica y al panorama político actual, esto no es fácilmente alcanzable. Para conseguir ese objetivo, la mayor parte de estos países recurren al poder blando o soft power.

Dentro de Corea del Norte, este tipo de estrategia se puso en marcha, por ejemplo, cuando la New York Philharmonic, una orquesta estadounidense, tocó una canción tradicional coreana llamada «Arirang» en Pyongyang. Aunque a simple vista, y como afirma Dana Perino, la secretaria de prensa de la Casa Blanca: «(…) este concierto es un concierto, no una iniciativa diplomática»; este acto es mucho más simbólico y tiene, por lo tanto, connotaciones subyacentes al concierto en sí (Wakin, 2008). Esta táctica por parte del gobierno estadounidense es una forma de apelar al diálogo y al entendimiento; es un método para demostrarles a los ciudadanos norcoreanos que Estados Unidos entiende su cultura y que la respeta con el objetivo de, tal vez, mejorar las relaciones internacionales.

China, sin embargo, ha decidido echar mano de los métodos tradicionales y ha escogido el hard power como estrategia principal con respecto a sus relaciones con Corea del Norte. Después de que el heredero del régimen en el territorio norcoreano, Kim Jong-un, ascendiese al poder, decidió limitar sus relaciones con China (Higueras, 2015), apoyo central de Corea del Norte y que suponía el 80 % del comercio de dicho país. Después de que en el 2012 Xi Jinping llegase a la cúspide del PCC, se endureció la reacción de China ante el aislacionismo de Corea del Norte, haciendo incluso que Pekín votase en la ONU para endurecer las sanciones contra Pyongyang (Higueras, 2015). Aunque China no tuvo que mover ni un soldado de su infantería, utilizó lo que se conoce como «palos» dentro de la categoría de hard power para dejar clara su influencia sobre el panorama internacional, y las consecuencias que tendría ir en contra de esta potencia. Sin embargo, esto no echó atrás al recientemente ascendido líder Kim, sino que utilizó el amor a su pueblo y la importancia de la economía nacional como táctica de soft power al afirmar que «(…) su empeño para desarrollar la economía para proporcionarle una vida mejor [a su gente] se había topado con las sanciones de la ONU» (Higueras, 2015); haciendo creer, por lo tanto, que es el panorama internacional el que se niega a aceptar al régimen y a los ciudadanos norcoreanos.

La situación de Corea del Sur es totalmente distinta. Como es evidente, es necesario abrirse al mercado internacional para mantener la prosperidad económica en el mundo globalizado actual. Sin embargo, el territorio surcoreano se muestra reacio a esta idea. Aunque Corea del Sur haya desarrollado el KPDF (Korea Public Diplomacy Forum), que según Tae-Wan Huh, funciona como grupo consejero que busca mejorar las relaciones entre la península surcoreana y otros países (aplicando, de este modo, una estrategia de poder blando), parece que los extranjeros siguen sin ser bienvenidos en la península. De entre muchos, destaca el caso del embajador estadounidense Mark Lippert, que fue atacado tras su llegada Corea del Sur en busca de favorecer las relaciones entre ambos países (Fifield, Ryan y Nakamura, 2015).

Corea del Norte utiliza estrategias de poder blando, entremezcladas con tácticas de poder duro debido a la alta militarización del país, para mantener controlada a su población. La propaganda política y la influencia de las palabras del líder con respecto a la necesidad de unidad nacional, está cargada de pósters y más medios informativos (Hecimovic, 2017) que, además de tergiversar la información, tanto nacional como internacional, pretenden llegar al público utilizando ese «sentido de nación» al que tanto apela Kim Jong-un.

Durante las hambrunas de los años 90, «entre 600 000 y 2,5 mil millones de personas murieron de hambre» en la península norcoreana (Stanton y Lee, 2014); por lo tanto, después de dicha catástrofe, la influencia del soft power internacional cada vez va a tener más impacto en la sociedad de Corea del Norte debido a la posible búsqueda de un cambio social, y puede incluso llegar a moldear la mentalidad de adoración al régimen que tienen sus ciudadanos. Como bien es sabido, la estrategia económica de aislacionismo a la que ha recurrido Corea del Norte es imposible de mantener en un mundo globalizado que fluctúa bajo las presiones de gigantes económicos como son China y Estados Unidos, cuyo poder duro supera con creces al de prácticamente cualquier otra potencia contemporánea. Además, como se pudo ver en los ejemplos anteriores, ambas están ejerciendo cada vez más presión para que Corea del Norte se abra al resto del mundo utilizando el poder blando y, a su vez, dejando ver la influencia de su poder duro, como las sanciones a favor de las que China votó en la ONU que se mencionaron anteriormente.

Respecto a la situación de Corea del Sur, aunque utilice la diplomacia pública como método de soft power para conseguir más repercusión internacional, en las raíces del país sigue anclado un profundo nacionalismo radical. Esto es, como se puede ver en el artículo The Republic of Korea’s Public Diplomacy as a Policy Tool of Soft Power, la península surcoreana está tratando de compartir su cultura con el resto del mundo. Sin embargo, esta misma no está dispuesta a dejar que demasiados agentes foráneos invadan su territorio. Corea del Sur se encuentra reacia a la aceptación de ciertos extranjeros dentro de su territorio, incluso llegando a echarlos de su trabajo por presión social (Hazzan, 2014) o a prohibirles la entrada a ciertos establecimientos (Power, 2016). Por supuesto, estas acciones están afectando al país dentro del panorama global, dañando su reputación y llamando una atención muy negativa de organismos internacionales como la ONU. De este modo, aunque el gobierno en sí pretenda expandir su cultura para mejorar las relaciones internacionales, la sociedad del propio país tiene que actuar acorde a dichos intereses para que realmente la estrategia funcione.

Dentro de un mundo gobernado por las intenciones y las nuevas tecnologías, es difícil que el hecho de poseer un ejército poderoso tenga realmente una repercusión a la hora de tomar decisiones para las potencias económicas mundiales. Sin embargo, la otra forma de poder duro conocida como «palos», que permite a las grandes economías ejercer presiones no violentas sobre algunos países, está cobrando fuerza como alternativa al poder militar. A pesar de lo anterior, el control político está ahora en manos del mejor uso, por parte de dichos países, del soft power. Como un arma de doble filo, este poder blando puede realmente producir un cambio, como en el caso de la orquesta estadounidense en Pyongyang que tanto ha conmovido a los norcoreanos, pero también provocar un desequilibrio entre los intereses sociales y gubernamentales.

 

Fuentes:

  • Fifield, A., Ryan, M. y Nakamura D. (2015, marzo). Before attack, U.S. diplomat sought to charm, engage with South Koreans. The Washington Post.
  • Hazzan, D. (2014, febrero). Korea’s Black Racism Epidemic. Groove Korea.
  • Hecimovic, A. (2017, 20 de agosto). North Korea’s bold wave of propaganda art – in pictures. The Guardian.
  • Higueras, G. (2015, 20 de octubre). El díscolo Kim Jong-un madura. El Periódico.
  • Huh, T. The Republic of Korea’s Public Diplomacy as a Policy Tool of Soft Power. University of Southern California.
  • International Monetary Fund (2017).
  • Power, J. (2016, 1 de marzo). The South Korean Businesses That Ban Foreigners. The Diplomat.
  • Stanton, J. y Lee, S. (2014, 7 de marzo). Pyongyang’s Hunger Games. The New York Times.
  • Wakin, D. J. (2008, febrero). North Koreans Welcome Symphonic Diplomacy. The New York Times.