La migración de las familias coreanas por la educación de sus hijos

Para algunos hombres coreanos, ser padre de familia significa vivir lejos de su esposa y de sus hijos. Mientras ellos se quedan en Corea trabajando, sus hijos emigran a Estados Unidos o a otros países de habla inglesa junto a sus madres. Y todo ello por una única razón: por el bien de la educación de sus hijos.

Este fenómeno recibe un curioso nombre que hace referencia, precisamente, a la migración de los gansos: “familia de gansos” (기러기 가족) o “padre ganso” (기러기 아빠). El término surgió a principios de los 90, cuando familias coreanas comenzaron a enviar a sus hijos a estudiar a Estados Unidos. Se trata de familias de clase media y alta que pueden hacer frente a los gastos que conlleva una segunda residencia en otro país.

Para aquellas familias cuya situación económica no es tan positiva también existe un término vinculado a las aves, esta vez a un ave no voladora: “familia de pingüinos” (펭귄 가족) o “padre pingüino” (펭귄아빠). Para estas familias, en las que el padre tiene un trabajo de menor remuneración, es más difícil que aquél pueda viajar frecuentemente al extranjero para ver a su esposa y a sus hijos, por lo que a menudo permanece largos años sin verlos. Para la situación contraria, en la que el padre sí puede permitirse visitar a su familia con asiduidad, el término utilizado no es otro que “familia de águilas” (독수리 가족) o “padre águila” (독수리아빠).

De acuerdo con la mentalidad de estas familias, si envían a sus hijos a estudiar al extranjero, éstos recibirán una mejor educación y sus perspectivas de empleo en el futuro se verán incrementadas. En este sentido, las grandes empresas coreanas, que tienen que competir en un mercado global hoy más que nunca, buscan a empleados que se hayan formado en el extranjero.

Pero las consecuencias de la separación familiar, que suele durar entre cinco o seis años, no siempre resultan positivas. De hecho, en algunos casos ya se ha cobrado su precio con la vida de estos padres de familia. De hecho, mientras los padres viven en pequeños apartamentos para reducir costes y sufren de soledad al vivir lejos de sus familias, las madres experimentan la frustración de no poder comunicarse con sus hijos o no saber cómo les va en la escuela debido a la barrera del lenguaje, quedándose en el hogar como amas de casa.

Referencias